sábado, 8 de octubre de 2011

Ho'oponopono

Te amo. Lo siento. Perdón. Gracias.

Estoy explorando la meditación. Gracias a una persona, en el camino me he encontrado con esta técnica.  La búsqueda de uno mismo puede empezar en lo externo y regresar a uno, o viceversa. Lo que se aprende al final es que no hay "fuera" ni "dentro" sino "uno". La primera vez que me dispuse en silencio, con la mente en blanco, y pronuncié esos vocablos hacia nadie y hacia todo a la vez, lloré. Porque de verdad estaba intentando, les estaba dando significado.

"Todo lo que está en tu vida es porque tú lo has atraído". "Somos responsables de todo lo que ocurre en nuestras vidas". Por ende, somos responsables de las personas que atraemos a nuestra vida. La energía espiritual, emocional, o como quiera llamarse, existe, y es la unidad a la cual estamos conectados a un "todo". Todo ahora cobra sentido. Tantos sueños, tanta receptividad, el "ver" a otras personas, las experiencias indelebles... el conectarnos a ese nivel de vibraciones es un don, una maravilla humana.

Te amo. Lo siento. Perdón. Gracias.

Son palabras limpiadoras. Simples, sin más significados ocultos. Ni cielo ni infierno ni divinidades inalcanzables. Todo está en uno. Son palabras para nosotros mismos, como miembros de la red de emociones que nos vinculan a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Son palabras que sirven para enmendar recuerdos dolorosos, partidas abruptas, injusticias, desilusiones. Todo aquello que nos bloquea y no nos deja seguir.
Para seguir es necesario aceptar, para aceptar es necesario dejar de renegar contra lo que sucedió. La lucha debe ser contra lo que vendrá. La elección futura, depende mucho de que podamos aceptar nuestro pasado y lo vivamos como recuerdo, como así un guerrero toca sus cicatrices cerradas y limpias luego de tantas batallas. Dejar ir... let it go... laissez-passer...

Sólo si me ayudo a mí misma, podré ayudarte a vos.
Te amo. Lo siento. Perdón. Gracias.




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