domingo, 17 de junio de 2012

Le chef de la vie

Si tuviera que usar una parábola para describir a la vida sería: la vida es como una cocina. Grandes, pequeñas, iluminadas, sombrías, con aroma a frutas o a pollo hervido. Cada cual con más o menos condimentos, más o menos utensilios, unplugged o tecnológicas. Únicas.
Cómo llevas tu cocina, entonces es cómo llevas tu vida. Picante o sosa. Cada aroma y sabor, cada textura, de cada ingrediente que pasa por el paladar y las narices inundando el alma, definen tu carácter y tu autoconciencia. ¿Te ponés a imaginar qué combinación queda mejor, cómo perfeccionarlas, probás cosas nuevas? ¿O sólo te atrevés a seguir la receta que viene impresa en los envoltorios de comida prehecha? O... ¿nunca le dedicás tiempo a preparar lo que comés?
Si gustás de comer bien, gustás de preparar con amor tu manjar. La pasión es un ingrediente que nunca debe faltar. Un buen cocinero maneja su tabla y cuchillo con la habilidad de un pintor, pero además de poner colores a la composición, agrega sabores y olores, ¡qué paleta más compleja! Agridulce, crocante, especiado como jenjibre y canela, suavecito como crema de vainilla. Cada plato tiene su receta, dando imaginación a los sentidos, haciendo prueba y error de las cantidades, con paciencia y cariño, mucho cariño. Podemos seguirlas al pie de la letra cuando ya están resueltas, pero eso no significa un éxito seguro... las condiciones del medio, tus herramientas, tu materia prima, en algo siempre varían, y allí, a lo que hay que seguir es al instinto. Impregnarse de esos olores, conocer lo que cortás y picás, atender al crujir del fuego y al chispear de las cacerolas.
Una frase que repito siempre es: si sólo bastaran las recetas para hacer un gran plato, todos seríamos chefs renombrados... sin embargo, la sabiduría de la experiencia, de años de estar tomando ese cuchillo por el mango -y de vez en cuando, curar algún que otro dedo lastimado-... el tiempo en esa cocina, probando y probando, es lo que hace a un cocinero un maestro de su arte.

Como la vida.
¿Cómo la estás cocinando?