viernes, 15 de abril de 2011

Let's agree to disagree

Hay tres cosas que no se deben mencionar en la mesa: religión, fútbol y política. ¿Por qué ha de serlo?
Se me ocurre qué es lo que pueden tener en común, que hace que las personas - cultas, muchas- de diferentes credos, partidos y equipos no logren llegar a acuerdos racionales. En algún punto sale el fanático de adentro a pelear con uñas y dientes. ¿Dónde está el límite último que separa cualquier argumento, cuál es el sentido de seguir tercamente anclado en un pensamiento?
Tanto la religión, como la política, como el fútbol, son inventos humanos. Digan lo que digan de Dios, del Estado o de la alegría mais grande do mundo, nosotros construímos los conceptos y las instituciones para hacerlos terrestres, materializarlos de alguna manera. Nosotros. ¿ Y por qué no se puede entonces congeniar, entre diferentes maneras de interpretar algo en que creemos? Las ideas, son simplemente ideas. Los conceptos, se pueden definir y redefinir cuantas veces sea necesario. Pero el problema es que se cree demasiado fuerte en una idea. Y lo que creen, una vez instituído como una certeza, no tiene marcha atrás. Se tiene fe en ello, se profesa sobre ello. ¿Y qué quiere decir?
Cuando alguien defiende aquello que adopta como guía de vida o de pasiones tan idealmente, lo va depurando de fallas -aunque acepte que las tenga-, lo iza en una estructura sin dolo ni grietas, y crea más conceptos para justificar su aparente razón, como una bola de nieve que crece en la ladera... Y es muy atractiva una idea tan gloriosa, tan llena de virtudes, y va ganando adeptos ansiosos de poder sentir esa "fuerza" omnipotente e inexplicable... sí, lógicamente es inexplicable.
Pero en el fondo, muy en el fondo, sólo está la fe, ciega, ignorante, en esa afirmación, que a toda costa impiden que se vuelva duda. Si hay duda se pierde en el duelo de la palabra, la guía ya no es guía, la bola de nieve se estrella contra la ladera; cuando se caen las certezas, se pierde el sentido del destino.
Pero no importa, siempre hay algo nuevo en qué creer.

martes, 5 de abril de 2011

NUEVO ES ESTE TíTULO

Este blog necesitaba un refresh; primero Kabalá, luego Cabalá por cuestiones ajenas a él, no los encuentro atractivos ni representativos del blog últimamente. Y ante la duda de un título demasiado excéntrico para poner, lo nombro con algo que siempre fui y seré: una chica pensativa, quizás después de haber sido impulsiva jeje. Dejé una muda de piel, pero no quiere decir que me haya despojado de mi esencia, mis posts de siempre siguen ahí.

XOXO

domingo, 3 de abril de 2011

Y ahora qué hago con estos 500 días.

Nunca me esperaba atardecer ese sábado mirando tus manos, con arena en la garganta a pesar de los mates, con alegría en los ojos a pesar de las noticias. Porque cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos, sino un gran espacio, es desesperante. Escucho tu voz y me parece mentira, que estés ahí enfrente mío, en una suerte de despedida/bienvenida un tanto austera y sinsentido, y me hables de lo nuestro como se habla de la niñez: en tiempo pasado, con vestigios en el presente.
Nunca voy a saber si me amás, tal vez no como yo te amo, tal vez como nadie alguna vez amó. Es tan triste que puede hacer llorar al libretista de Cinema Paradiso, y sin embargo no hay lágrima en mí, por algo que no empieza ni acaba. Sin culpa no hay pecado, ¿cómo puedo sentir enojo y dulzura a la vez, mirando tus ojos vespertinos? De tu relato muchas cosas se me han confundido, pero de algo estoy segura: de tu abrazo verdadero cuando el ocaso hacía sombra en nuestro destino, de que el tiempo no levantó muros entre tus brazos y los míos.
Tal vez sigas tu camino sin preguntarte dónde te lleva, y te aferres a él porque sabés de dónde viene. Y las dudas te acompañen en cada bifurcación que encuentres, como los carteles sobre la ruta. Puedo ser la persona más comprensible del planeta, diciéndote que has elegido bien, que pronto tendrás lo que querés, que ya vas a ver, lo nuestro se olvida. O puedo ser despiadada y ofensiva, decirte que te equivocas, que amor no es compañía, que por algo te preguntas cómo habría sido conmigo, que aún después de un año nuestra piel es ceniza ardida, y ante el menor chispazo vuelve a sentirse intacta.
Siempre tuve presente que nos hemos tenido presente, en los pensamientos muchas veces, otros tantos en verdaderos llamados. Te estuve necesitando, me estuviste extrañando, yo quería desahogarme, vos querías escucharme, y terminamos al revés. Y tal vez nada logre aclararse a pesar de las horas conversadas, y esta sea nuestra manera de ser, compartida antes que vaciar nuestras vidas.
Nunca pensé que iba a mirarte dormir, una vez más, con gusto a cariño en los labios, con tibieza de adiós en el pecho, con aroma a amanecer de domingo. Cada vez me encuentro con más sentimientos complejos, más grises que blancos y negros. Y preguntas como por qué lo hice, o para qué, tienen una simple respuesta: porque te quiero, simplemente para quererte un día más.
Por qué o para qué lo hiciste, no lo puedo adivinar...