martes, 13 de enero de 2009

El amor en los tiempos de Internet


Transládense en el tiempo hacia fines del siglo XIX. Por ese entonces la electricidad era el símbolo del futuro, que venía de regalo con el siglo XX. Acuérdense que la gente pensaba que iba a presenciar una era donde todo estaba por descubrirse, y por ende los inventos causaban revolución. Sin embargo, todavía se usaba tinta y pluma para delinear caligráficas letras, rellenando frases de gran expresividad, que exponían auténticas declaraciones de amor. Las cartas todavía eran comisionistas de pasiones... ellas, a escondidas, provocaban en sus receptores orgasmos sofocantes como un verano tropical. ¿Y ahora qué?
Siglo y medio después, de la mano del fervor tecnológico, la textura del papel de seda se reemplazó por pantallas de cañones catódicos o de vidrio líquido, y las manuscritas por fuentes de texto prediseñadas (incluso con emoticones... algunos animados). Sí, los tiempos cambiaron, ¿pero cuánto? ¿Habrán sido las cartas a escondidas más ilusorias que un mail o un chat? ¿Cómo tanta gente podía enamorarse sin ni siquiera un beso? Lo hacía, es verdad. Las metáforas y versos en rima podían hacer de cualquier barrendero un señor de galera. La palabra valía como compromiso aceptado; con sólo papel y miradas furtivas, se tejían destinos.
Pareciera que tras el paso del tiempo se extinguió el romance. El chat ya ni siquiera hace de las respuestas deseables largas esperas, es más, sabemos cuándo la otra persona titubea al escribir una oración –generalmente corta y en monosílabos- mientras que respondemos con un “seeee.... jajaja”. Pero quizás éste mundo virtual contemporáneo sea efectivamente el devenir nostálgico de aquellos mensajes secretos, con algunos retoques tecnológicos, con menos tabúes y complejidad literaria. A su manera, saben provocarnos escalofríos y sonrojos... de alguna manera se conserva la magia, y en buena hora, ya que el alma siempre necesita soñar.