domingo, 29 de agosto de 2021

Have a good one

 19:35 y el tren se atrasó 2 min, en la parada de la 53rd/52nd la tarde cae sobre los edificios eclécticos, mientras dos extraños se aproximan en el andén. Si, una era yo. El otro pasajero en trance era un mulato impecable vistiendo traje y zapatos estilo años '20, como los que van al mítico Green ,, live music bar personificando gangsters. Después de inspeccionarnos un rato me preguntó si estaba segura de que el Metra venía a horario, intentando acaparar mi atención (aún más). Le alabo el atuendo y combinación: suit a rayas con zapatos blancos y pañuelo verde en el ojal.  Me cuenta que es sastre y que vive alternando residencia entre Chicago y New York cada dos semanas. Wow, muy cool. Me dice que tengo buen peinado sin asumir que no soy local, pero quizás se me nota un poco. Le digo que mi vida es la de una científica expatriada pero bastante sedentaria.

 Sin lerdeces lo invité a sentarse enfrente mío en el tren, imitando la costumbre local de sentar diálogo con cualquier desconocido en lugares públicos, un poco para no quedarme mirando el celular zombificada, otro poco por intensamente curiosa. Barbijos mediante, la charla se tornó reflexiva, sobre la humanidad imperante, el valor de los homeless y marginales abandonados por los ojos ambiciosos, sobre señores y señoras con la manía de convertir en importantes cosas que no lo son, sobre máscaras y sobre trajes. Si así no estaría vestido, con pañuelo en el ojal, si su tez fuera más oscura -me dice- seguro yo no le hablaría. Me extrañó la observación, porque al fin es algo obvio, ¿no? ¿Cómo nos acercamos a los demás sino es con una carta de presentación instantánea que incluye todo lo que toca la luz? Lo que no se ve, tiene que descubrirse con un diálogo.

Me - "About your complexion... it is not true that I wouldn't speak to you. I am not [defined as] "a person of color", I have a colorful personality, and that's different."
Him - "You definitely are a person of color, so you know."
Me - "That might be. But about your dressing presentation... you're telling people who you are or who you want to be by wearing this suit, those colors, those details: that is the purpose. You are calling for peers, or even opposites whose attention is caught."

Lo que uno lleva puesto, le dije, no es casual. Estás hablándole al mundo, es expresión. Es un pelaje a elegir, es móvil y modus operandi del baile social. Me dice que nada es lo que parece y que un traje no es más que un disfraz. Le digo que quien elige mostrarse muy diferente a lo que es ya dice mucho de esa persona, y que todos elegimos por convicción u omisión. Sonríe como si estaría siendo descubierto después de mandarse una macana. 

Me - "We are telling our personal history as we walk the world even we like it or not; we all talk this way. As a tailor you should know it."
Him - "Maybe. There are some folks that ask me to turn them 180° into a different style, like an impersonation. That is really difficult, because my tastes are mine, and might not be theirs."
Me - "But whoever calls for your services, must know you beforehand, must admire your style. He calls you because he likes your scissors.
Him - "I wonder if the person might not like my interpretation of their desire. It is understanding their wish and adapting it to their proportions then assembling it with my own style, because, inevitably, I will subjectively choose a combination. That's my challenge."
Me - "You need to know your client very well then to make something really suitable for them. That is art, and an expensive kind."

El tren va más despacio porque ya llegamos a la Van Buren St. y pasamos bajo puentes. Consiguió que le dijera que me esperaban mis amigos para salir, y aprovechó para decirme que en realidad se iba a tomar algo a un rooftop y después iba a tocar al Green Mills de pianista invitado un rato antes de que cierre, aunque a veces también era percusionista. Comenté excitada por la casualidad que yo cantaba blues, y se quedó mirándome con ojos de uva madura.

Him - "So you know Nina Simone? But your style must be more like Alicia Keys, right? Come tonight to see me and I can arrange some songs for you to sing. We might come up with something cool."
Me -"Oh, really? I can't believe it... thank you so much!! Can I give you a hug?"
Him - "Sure"
(se acobarda un poco pero se decide a acercarse) 
 "Ohh, my god... you smell so good. Nice to meet you, stay safe."

Y así me despidió de la estación del Milenio, sin intercambio de números o redes sociales y dejándome una sonrisa. Porque sabía que el Green Mills no cierra a las 2 AM, sino a la 1. Yo hacía ya dos años que no cantaba en público.

Un mes después me lo encontré de nuevo en la Kilwins del barrio, él entrajado como siempre, yo despeinada y acalorada luego de una larga jornada laboral. Me saludó cordial pero sorprendido y tímido. A mí no me sorprendió verlo por la 53rd, y su historia era tan fantástica como la de la última vez: que estaba parando en el hotel de enfrente y era la primera vez que entraba al local, buscando una caja de bombones de regalo para una amiga.

Me giggling a bit, closing my eyes suspiciously:

"Ahhh you know I don't believe you! I think you're from around here, that you live in this neighborhood, and you just don't want to tell me... but that's ok."

Mi amigo CY me interpretó la conversación y se fue con su helado a medio terminar para que pueda esperarlo traquila. Lo hice, dudando un poco, viendo qué hacía adentro del local además de gesticular frente al empleado al otro lado de la vitrina de fudges. Después de un rato, sin embargo, me fui, dejando la conversación intencionalmente inconclusa.

Su historia aún sigue siendo poco verosímil y rebuscada a los ojos de quien conoce gente todo el tiempo. Pero qué hermoso loco. No importa si no era sastre, o no vive en NY y tiene clientes en todos lados. Tal vez solo limpia el piso en el Walmart y aún así tiene ganas de salir un día de la semana a ponerse en otra piel ocupando un traje limpio y bien arreglado. De verdad no me ofende su mentira piadosa, porque no lo hacía para obtener algo de mí; quizás soñaba despierto para sí mismo un mundo alterno, canalizar posibilidades que nunca se le dieron. Tal vez así descomprime la injusticia atroz de un mundo que te marca por tu color de piel y dirección de nacimiento. En ese tren fui yo la niña ilusionada con esa posibilidad de subirme a un escenario a cantar, me encendió la adrenalina al pensar la cuasi realización de un deseo profundo, pude conectar con él sintiéndolo palpable, palpitante, excitable. O tal vez era verdad, como esas cosas mágicas que solo ocurren en Hollywood (y, aparentemente, también en Hyde Park).

Porque a veces escaparse un rato es eso, ser una principessa posmo en medio de la WWIII, bailando en un castillo de jazz en el aire. Con o sin vestido y diadema de diamantes. Saberlo, entrar y jugar un rato dejando volar la imaginación reprimida.


domingo, 3 de enero de 2021

2020 EPQTRP

Últimamente reniego de hacer el recuento de fin de año como si el tiempo tuviese algo de antropomorfia y un deseo pulsante propio (en otras palabras, como si un año fuera un ser). La repulsión a lo cursi me lo impide... en una vida atrás era salamera, supongo que a la madurez se le caen los pelos hasta de la lengua. Pero, justamente este 2020 se personificó en un monstruo amorfo, como si todas las pesadillas humanas se soñaran la misma noche y sus personajes siniestros vinieran de a uno bajo el manto de invisibilidad.   

Tiempos de pandemias virales... llamamos virus a un ente que viene a matar cuerpos y también sistemas. Catedrales filosóficas que se tumban junto a los contagios masivos de gente que no soporta verse aislada.  ¿Quién puede sentirse seguro sin abrazos?  

Las posturas sanitaristas de mantener a todos en las casas no sirve de nada, eh. La gente necesita del otro. Y lo venimos a ver, como siempre, con el contraejemplo. 

Eso es lo que nos vino a mostrar esta partícula nanoscópica, ya no nos podemos ver como números en una tabla. No había que darle un centímetro a la nostalgia, porque la nostalgia sin el otro es un círculo en caída. Hubo momentos de tirar la toalla, otros de pensar que no tengo mejor suerte que esta, otros de simplemente dejarme llevar. Como dice Krishnamurti, "dejar de lado tus filosofías, tus religiones, tus costumbres, tus tabúes raciales, pues ello no es vida". Quizás así sentimos que el mundo no-humano respira un poco.

¿Quién puede sentir que una máscara es lo normal? No se respira bien, no sale la voz como debería (duele la garganta de gritar), no vemos las sonrisas, no percibimos. Ahora, ¿cómo se puede entonces naturalizar un Burka? No solo quedar mutada, quedar sin mirada a lo público, ser un fantasma, un "muerto en vida" como leí por ahí. ¿Duele, no? Duele. 

Hay otro sistema que se tiene que tumbar. Aunque solo lo podamos ver cuando se caiga el mundo perverso que la testosterona mal sintetizada construyó para la dominación (no falta tanto). El mundo que oculta una parte de la femelle que vive en cada uno. Lo que percibimos es falta de empatía, paradójico, ¿no? No queremos estar sin el otro pero a la vez lo echamos de nuestro espacio. Al iniciar conversaciones: querer ganar un argumento, no construirlo. Al declarar nuestras posturas cerradas, no abrir a la erosión de otras posturas... porque muchas veces quien intenta entrar no es para añadir sino para tumbar, y mofarte en tu cara. Porque esa es la lógica que nos atraviesa, la falsa naturalidad de la ley de la selva -o matas o te matan-. Siendo la única especie que pone en riesgo al 90% de los suyos, y dentro de ese 90% la mitad siendo aún más oprimida, para conveniencia del 10%. Un poco pelotudos.

Pandemias, plandemias, miserias. Ojalá un almanaque pueda cambiar de un saque procesos de años o centurias. O quizás no intente cambiarlos nunca, si quedamos con los viejos rituales, con costumbres de antaño, con reivindicaciones basadas en comodidades. Matar simbólicamente al monstruo de doce meses, que no es otra cosa que el reflejo de la humanidad gobernante, con un plaguicida evolutivo. Matándonos la vida sigue, y los delfines vuelven a ocupar los canales donde navegaban yates de lujo. Aunque, como suponemos, las ideologías nunca se matan, sino que se suplantan. La única manera de superarnos es dejar de pensarnos en la misma lógica... no falta tanto... creo.

Por ahora, somos impotentes. Boyas en el océano, solitarias, aunque rozándonos. Sin romper las cátedras del exitismo, los fuertes del tener la razón. Los castillos de arena que se remueven y caen porque un grano se salió de lugar. Un grano que se escribe con a.