martes, 27 de noviembre de 2007

C'est moi III



Decido vivir con pasión, con temor, y con un poco de vino también. Sí, las huellas en el cuerpo y en la mente trazan los surcos del camino, pero el “yo” lo dirige. Tenemos el poder de decir: “hasta acá llego” o “quiero ir más allá”; todos podemos si lo queremos, y viceversa. Por ahí se nos sale un “¿querés recorrerlo conmigo?” y ahí viene otro poder, el de compartir, muchas veces temido por ignorado. Cada paisaje es un cuadro distinto, cada momento es una parada crucial: en el instante menos esperado llegan las cosas que uno en realidad espera; de las formas más raras (bizarre !) se tejen las tramas del destino y de los acolchados. A veces nos damos cuenta de que las cosas no son tan predecibles y que el amor y el odio se toman de la mano y quizás así sepan andar. Como cuando llueve con sol, como la naturaleza dual de la luz... alguna vez los esquemas se nos cambian y no sabemos a qué parte darle importancia: ¿sol o lluvia? ¿Ondas o partículas? ¿Es posible todo junto? Ahora pienso en un tonto comentario: “todo junto” se escribe separado, y “separado” todo junto.Cosas que supe de “teoría” o de experiencias de terceros las puse a práctica y en verdad resultaron así. Por un momento el mundo estaba poblado por suaves pájaros, y al rato se transmutó en un paisaje de fieras indomables. Y de las lágrimas brotó la euforia y de la euforia cayeron lágrimas... en mi tranquilidad impotente de haber hecho lo que mejor pude y lo que consideré justo, excepto guardarme algunos silencios que todavía pesan y no me dejan dormir.
Un par de conclusiones me dejaron otra vez tiernamente enajenada... para mi comadre tengo una moraleja un poco “cursi” (je) : por más que asome cualquier adversidad, palos en la rueda o como quiera llamarse, si hay amor hay amor, y nada puede detenerlo. Nada. Ni siquiera nosotros mismos. Excepto... alguien más...



‘Cause love is like a wrong turn on a cold night… yeah, ain’t that a bitch?

sábado, 10 de noviembre de 2007

(...)


En un lapso de tiempo de no más de unas horas, no menos de unos años, no poco como un segundo, un remolino poseyó mi mente mareándome en un popurrí giratorio, dejando mi cuerpo tiritando como una hoja enfrentándose al otoño. Así fue como el dolor reflotó con ese viento desubicado y un november rain intenso. Todo pega vueltas para mí… todo se da vuelta, todo vuelve. Si la felicidad es una elección, la tristeza no puede ser una tirada de dados. La imperfección del humano da la lógica razón a lo supuestamente imprevisto, pero sólo después de aparecido el evento. Para seguir hay que mirar hacia otras latitudes… y resignarse al dolor -quizás hasta anestesiarse- , pensar sólo en lo bueno que cosechamos y contentarse con lo que queda.
En algunos momentos prefiero la calma del silencio, aunque mi rostro delate crudeza y sinceridad en cada expresión. Porque aprender a perder, admitir que el ego se rompió, reconocer que una puerta se cierra, aceptar la impermanencia de las cosas terrestres, no es fácil para nadie. Y en ese proceso es cuando vienen las ganas de atrapar con palabras las volutas de sentimiento fumante. Mis palabras, que quizás no tengan la habilidad de las letras de Spinetta, o la teatralidad de las obras de Bioy, mis humildes palabras despluman el alma y renuevan la tierra a sembrar, al precio de mostrarme como soy, porque no sé usar disfraces más que para el carnaval. Dibujan en forma de prosa las líneas que unen los puntos aislados de cada “hito vivencial”, una curva escurridiza que intuye el camino. Él, aunque desconocido, está enfrente nuestro aún y hay que transitarlo. Con cojones.
Luego viene una fuerza motora, naciente de las cenizas de los lamentos, cuando parece que el alma está tan saturada de lágrimas, y hace que la ordenada de la sonrisa nunca llega a cero, y que uno cambie el ángulo de vista, otra vez. Es el preludio de la elección hacia la felicidad, ese pequeño empujón del ego, una obertura de ojos hacia un cielo descubierto, dejando los oídos receptivos hacia el cantar del viento. Como siempre, recaigo en que la esperanza remanente no se pierde, recalco la beldad de esas almas serenas que abrazan y sacan sabiamente una máxima confortante como un túnel de luz atravesando el vacío. Sin rencores absurdos ni ensueños enturbiadores, hay que ir mudando pieles … en la sabia aceptación de que la vida es lo que pasa mientras soñamos con el futuro y extrañamos algún pasado.
¿Qué estás haciendo ahora con tus elecciones?