martes, 19 de octubre de 2010

Olga Inception

Olga quiere escribir un cuento. En realidad no quiere hacerlo, pero le nació del alma hace varios días, se le enredó en las venas y se le está saliendo por la garganta... Pero le da vergüenza. Entonces decide escribir en tercera persona, argumentando que así la vergüenza es como un reflejo en cambio de ser verdadera. Y tipea:
"Faustina quiere escribir un cuento. Uno que no tenga finales, uno que haga sentir a uno despierto, viviendo, gritando. Primero, piensa, debe tener condimentos. Como una buena receta de cocina, un cuento no puede ser más simple que eso. Y comienza: érase una vez..."
No. Es muy cliché. De nuevo.
"Faustina se deja abordar por la imaginación, y escupe un párrafo errante:
El río está meciéndose al compás de los sauces que bailan en el viento, los pescadores esperan tiesos, los botes pasan de lejos, y yo me quedo mirando el puente con los autos que van y vienen. Todo parece un gran cuadro viviente, porque yo sólo miro. No soy bote que navega, no soy rama que se mece, no soy pez ni soy carnada, sólo una niña tiesa al borde del marco."
Olga piensa en Faustina y su sentimiento. Olga tiene tanta poesía dentro, peleando por salir -no consiguiéndolo-. Se mira los dedos, se toca el entrecejo, escucha el silencio, se reconoce en esas líneas, se le cae una lágrima, hace un bollo la hoja y se tiende sobre la cama.

martes, 30 de marzo de 2010

Screen life

De repente siento que mi vida no es mi vida, sino la de una piba que está 12 horas on line mostrándose al mundo, como quiere que el mundo la vea. De repente todos pueden estar en mi cabeza, si yo quiero, tararear la canción que en ese momento escucho, opinar sobre mi vida, hacer públicos escraches, logros, fracasos… mirar mi casa, mis amigos -que tal vez sean sus amigos también, o amigos de sus amigos- mi lugar, mis costumbres… ¡y después me dicen que es terrible vivir en un pueblo chico donde todo el mundo te juzga!
Ya sé que es un juego, pero es un juego de la vida, un tremendo pantallazo a tu historia y aunque quieras ocultar algo, se nota que querés ocultar y entonces ya no estás por fuera de este calamitoso jurado. Y por ahí reflejás más de lo que creés. “Ojos que no ven, Face que te lo cuenta” dice un refrán… y bue…
¿Es el siglo del fetichismo? Me estoy preocupando o me estoy volviendo vieja, no lo sé. Siento que si me bajo del sistema es un alivio, pero a la vez me pregunto qué me estaría perdiendo, o qué podrían mostrar de mí y no me entero. Y sin querer yo que no tengo nadie con quien charlar a diario me vuelvo adicta, facedependiente, comento fotos, pongo frases, doy mis gustos y sentimientos… ¡¡¡he llegado a mirar fotos de extraños que no me importan!!! ¿Qué carajo hago ahí? ¿Para quién vivo, para mí o para el mundo virtual? Llego a casa y enciendo la PC, me levanto a la mañana y enciendo la PC… ¡POR FAVORRR que alguien me salve! Quiero seguir siendo anónima, si escribo es para compartir un pensamiento elaborado, para provocar algo creativo… ¡¡así termino chismoseando!! Me convertí en la vecina de enfrente que espía por la ventana…Es así… la modernidad nos lleva por otros caminos pero llegamos al mismo destino.

lunes, 15 de marzo de 2010

Por una cuestión ideológica he cambiado la primera letra del título del blog. Aunque no puedo cambiar la dirección, damn it. Sí sí, hasta en eso influye la política señores...

viernes, 19 de febrero de 2010

Gamebling

Apostar. ¿Al póker? ¿A la ruleta? ¿A una carrera de pura-sangres? Mmmm no. A lo que uno cree. Eso es lo que verdaderamente te deja "riquezas". Mi instinto me habla otra vez pero no puedo escucharlo. Algo lo tapa... una fuerza más poderosa... El instinto quiere que el "yo" sobreviva, prevalezca. Esta fuerza pone al "ello" en primera plana. ¿Pero qué es esto? Mi sexto sentido me dice que espere, que sí, que apueste, que deje prendido el tele en una tormenta eléctrica. Y esta fuerza... es demasiado fuerte! ¿A quién le hago caso? Mis amigos cada vez me dan menos consejos por no sentirse calificados. O me los dan pero "la fuerza" los ensordece. O todos me dicen cosas diferentes... Ya está. Apostaré a lo que se me cante. Y si no sale, perderé...

lunes, 18 de enero de 2010

Pato criollo

Cuántos tropiezos necesito para entender que nunca cambio. Que pasan los años y sigo como una adolescente imprudente que deja todo demasiado claro. Cuántas lecciones tardarán en dejar una huella por mis campos, y el amor ya no me resulte algo tan hostil y uraño. Que de a dos nunca he caminado -y tampoco me han llevado a upa-, y eso me está pesando. A ver, cuando la escoba se desgasta sólo se usa para barrer el patio. Y cualquier comida que hagas con alimentos estropeados no da nunca buenos resultados. Tampoco sirve un pantalón mal remendado; no salen las manchas de aceite ni las quemaduras de cigarros. Pero nunca se sabe cuándo, nunca se está preparado, ninguna vacuna es 100% efectiva, no llegás nunca a estar inmunizado. Peor es tener el corazón bajo contraseña, bloqueado. Que mueran los ególatras y los floggers, esos que vienen con la camarita adosada a la mano, y enfrente un espejo que les devuelve su miedo. Si fueran los '70 sería hippie. Por lo menos intento... nunca sé hasta cuándo.

Vortex y cócteles

Esta sensación de vacío, esta inexorable soledad a la que me enfrento en una contienda cada día, esta ironía del apego material y el sentimiento que algún día se termina, ¿es mío o es de la sociedad? ¿Acaso se corresponde la amargura de mis noches con miles y miles de noctámbulos que buscan sin cesar? Estar al borde de un precipicio y a la vez con una vida por delante. Mirar tu reflejo en las vidrieras mientras hay un niño mendigo al lado del escaparate. Vivir en un hormiguero de personas teniendo tan pocas con quien relacionarse. Sentir que ningún vínculo es duradero, que el hombre es farsante, que la gente es embustera, que no vale la pena sufrir. Vivimos drogados con la ilusión del goce perpetuo. Tapando las faltas, haciendo que no existan las cargas, evitando lo desagradable. Huyendo. ¿De los otros? De nosotros mismos. Una cosa es buscar el bienestar, otra el escapismo. La sensación de vacío curiosamente se encuentra con la de intolerancia. Y también con la ansiedad. Y juntas engendran la angustia. Y la de satisfacción se encuentra con la alegría del otro, y juntas engendran la ilusión, y su hermano el emprendimiento. A veces nuestros abuelos, con sus vidas manipuladas por órdenes sociales anticuados, nos enseñan más con su vida que cualquier enciclopedia. La cuestión es ligarse a las cosas más sencillas... que son la excentricidad última y la necesidad primera. No se siente uno incompleto después...