martes, 21 de noviembre de 2017

Efecto dominó

La espera del viaje impacienta, y los ansiosos ansían llegar a destino. Los fumadores escapan hacia el calor y el smog solo para dar un par de pitadas, aunque sean dos o tres; atragantarse con el humo, aspirar profundo como si inhalaran la vida misma.
Uno de ellos sale casi a los tumbos por la puerta corrediza, chocando el bolso contra el vidrio. Me provoca algo de pena ver su apuro en busca del encendedor, ese que se pierde en los bolsillos y en los fondos de las carteras llenos de migas. Acerca las manos a su boca rogando que tenga gas. Lo enciende y entrecierra los ojos, aún tembloroso, mitad acabado y mitad adrenalínico. En eso, lo traen a tierra desde el altavoz: se va su colectivo. Pero él está pegado a la boquilla como a un amante apasionado, no quiere dejarlo, lo aprieta con su aspiración, y en un fuerte y largo beso le dice adiós arrojándolo al andén, sin mirar, dejándolo aún encendido. Aún largando humo gris.
Hay viento y el cilindro de tabaco a medio terminar rueda sin cesar. Da vaivenes por el suelo entre los pies de extraños. Bajo el andén están los buses con las luces prendidas y el motor rugiendo. ¿Y si gira demasiado rápido y termina bajo el vientre alargado del cole, cerca del combustible y el lubricante que circula hacia el motor? ¿Y si esas venas están pinchadas y pierden gotas que no se ven? Si ese papel ardiente naufraga en el solvente inflamable, y como un dragón, todo comienza a arder... ¡Explota, explotamos todos! ¡Culpa del viento, el fumador y su vicio necio, la inexistencia de un control mecánico, y la espera en la terminal, en unísono!
¿Qué piensa el tipo? ¿Que nada puede pasarle, o le pasa a otro fumador lejano, en otra dimensión? Soy yo la que está mirándolo marcharse. ¿Para él las probabilidades son un invento y las reglas una pantomima? ¿O todo pasa por su deseo, calmar sus ansias, aunque implique engendrar un peligro incendiario porque no tuvo la amabilidad o precaución de apagarlo? Capaz no piensa, capaz no ve más allá del placer de ese humo y esos minutos libres que son su ahora. Pero ese ahora también es ese charco de aceite, esa gotera de combustible, el oxígeno ventoso, el fuego. Ese ahora también pertenecía a los que estábamos mirando rodar la chispa. El minuto libre era de todos los que esperábamos sobre el andén, así como nuestro destino.