miércoles, 26 de abril de 2017

Encontrándome - luego de 10 años



Por fin entiendo... ¿me fui al nirvana, al cenit? Qué se yo... A la total liberación, mezcla de brebajes de uva e introspección. Del placer, al dolor, al amor... propio.
Soy de las que andan con la intuición a flor de piel, quizás no tendré una belleza evidente, pero mi vida interna es bastante ajetreada, no por pecar de ingenua, sino por darle tregua a la pueblerina que entiende el sentimiento de otra manera. Y esta observadora de las profundidades humanas, buceando en cada rincón de la mente, y el deseo (no siendo mera marioneta), una vez barco en ultramar dejándose mover –adrede-, es al fin inmóvil como el mástil del muelle que no cede a las mareas, alcanza lo que no pudo alcanzar el hombre al llegar a la luna -sin trajes, sin cohetes, sin banderas que no flamean. La esencia de lo que buscamos y lo que encontramos, del mostrarse y el de ser.
Esto se recontra-sabe: la culpa no es de la violada sino del violador. La puta no es la puta, sino la imagen del que la vio otra cosa que una mujer. La frialdad no es de los muslos, sino del que los abre y no los calienta demasiado. El concepto se extrapola a todo lo demás: el que te ve, es el que te ve, y su interpretación de las cosas es suya –no tuya. Uno (una) es, y va dejando algo por el camino, que puede ser marca o cicatriz -a su elección.  Las palabras externas son producto de la cosmovisión ajena, y aunque se malinterpretan aún en la amistad más longeva, no son nuestro eco: son responsabilidad del otro. La verdad es algo que no se busca, y de repente aparece; queda expuesta a paso largo, entre los deseos que se dan y se encuentran, desnudando a duras penas el ego.
El ego que no es el amor. El que no sabe otra cosa que “egarse” no sabe “amarse”.
Suelo buscar empatía en las personas por el simple hecho de haber compartido la piel, o la afinidad que te lleva a ese lugar común en que ambos se desean. Pienso que hay un antes y un después del "hecho" que no tiene que ver demasiado con lo que cada uno quería inmediatamente antes, que algo se transforma entre esos dos. Muchos dicen que estoy errada y que este mundo es una orgía lenta en el que poco importa el alma. A veces me convenzo a mí misma de que el deseo nos gobierna y cada uno cuida -con muro de ortigas- sus elecciones vacías y oportunistas. Yo creo que los errados son ellos, que estaba equivocada yo también, y que es importante, para ser conscientes de la propia vida, saber por qué camino se está caminando. No jugar al compromiso si no se aceptan las bases y condiciones, y no dejar el sabor amargo de la urgencia cerrando los ojos y pensando en más allá.
Refunfuños aparte, no se puede controlar a un otro, y si lo dejamos a libre albedrío, todo duele. Al final del día es como uno toma lo que los demás hacen lo que importa, creer en lo que se es y lo que se quiere; el ego que es amor propio puede contra los desatinos ajenos -egoístas o indiferentes-, que sin querer queriendo podrían vulnerar un alma receptiva.
¡Y oh, por truenos y relámpagos, ohhhh que ahora sí me estoy amando!
¡Oh que ahora sí, vengan a mí crueldades de todas las formas, que ahora sí sé que está esta mujer acomodándose para recibir el golpe! ¡Para tirarlo lejos, rematarlo y ganar el punto! Para hacerte saber que lo verdadero es lo que se ve en los ojos, lo que no tiene miedo, lo que prevalece más allá de lo que aparentamos. Nada se conoce, nada se entiende sin prestarle atención al otro. Ese a quien acostumbran usar como espejo para verse mejor los dientes afilados, y como guante cuando duelen los nudillos de tocar alcobas ajenas. Ese otro sos vos, proyectado. Yo me imagino otro universo para mí.
Luces y sombras nos componen y alguna de las dos tapa a la otra. Si brillamos muy fuerte o absorbemos como agujero negro, dejamos o nos dejan, partimos o quedamos, nos movemos todo el tiempo para ladear el equilibrio. Al dejar de medir longitudes y proezas, de querer suplir una vida insatisfecha con más insatisfacción, y buscar aprobaciones y halagos superficiales, se puede alcanzar a ver la esencia -nuestra, y la del otro-, porque ahí va a estar impoluta e irremediable. Y decidir si disfrutarla, o alejarla.
¡Y por cielos e infiernos, que me estoy amando, que ya no aguanto que no me amen!
Que me ame sin pudores, y abra mi esencia, y la bese, y le diga todo lo que quiera, y la haga libre y luminosa como la suprema de las verdades, como sólo el que ama puede.
Y si no, que se vaya.
Que ya no busco alter egos, no busco egos, no busco... encuéntrenme. Encontrame.