sábado, 23 de septiembre de 2017

Piqueniques

Hoy llueve y los planes para el día de la primavera se aguaron. La naturaleza sabe que es mejor tirar baldazos de agua en el momento en que el calor está por marchitar los pimpollos y quemar el pasto. Pero nos quedamos sin picnic, o "pique-nique". "Pique un niche" era la expresión original para describir el evento: "elige un lugar" (al aire libre, en la pradera, alejado, donde dé el sol y también la sombra, para comer liviano y jugar a las cartas).
Aunque hay lugares que no se eligen, sino que tocan. Otros, por el contrario, van construyéndose de novo sin que te percates, hasta que alguien te dice "quiero que estés acá".
Hasta que una personita un día te llama por teléfono pidiendo:
-Tía Rrroula, vení a jugar a losh autitosh
Porque te extraña y lo expresa sin prejuicio, porque es, sin pensar qué es. 

El Tauli pone esa carita irresistible de sorpresa al abrir la puerta, abriendo sus ojazos y regalándome una sonrisa. Genuina y pícara, porque sabe que se vienen los memés, cantar canciones y arrastrar autitos por el piso de parquet y el mueble que mamá tanto cuida. Empieza a correr por todos lados y me cuenta con lujo de detalles todo lo que quiere hacer ya, en su tiempo infante, que sólo entiende el presente y no cuenta las horas -no pospone, no desplaza.
La coloradita es puro buche y "aahhaaahhaas" por ahora. No me reconoce ni me recuerda, pero sí voy a recordar cómo estuve aprendiendo (con temor y sigilo) a que no se atragante con la mamadera y hacer provecho, a diferenciar llantos que son para la mamá y llantos de dolor de pancita. A que se fija con asombro en tu cara pero tu olor es lo que impregna. La hago upa como una estatua esperando a que mis músculos no fallen, ¡tanta inocencia cabiendo en mis brazos, durmiendo la siesta! Cada semana cambia, a pasos agigantados... magia de la vida, antigua e indescifrable. Pero ahora, alguien se pone celoso y reclama atención...
Tauli me señala su caja adorada de autitos, los saca uno por uno y a viva voz describe los colores de todos; si tiene su chupete, lo deja por un rato para hablar porque sabe que si no, no lo entendés. Después pide ver la película que vio más de ocho veces, y como si fuera la primera vez se emociona -aunque se sabe los diálogos-. Y cuando pide algo que "no se puede", o llama a su primo sin conseguir su visita, llora desconsoladamente... lágrimas que cesan en un click si aparecen pelotitas y gusanitos de plastimasa. Cuando las ruedas de  los autos se encajan en barro de plastilina, vienen los bomberos y la ambulancia, para gritar "vivaa", todos se salvan. 

Con su llegada, ellos salvan los días aguados y los acelerados también. Poniendo la pantalla grande de la vida en perspectiva otra vez, despertándote. No dejándote rendir, re-descubriendo el encanto del mundo en sus ojitos curiosos y su elocuencia. 
Si hay un lugar para elegir, mis pequeños pique-niques, sin dudar estaré allí.