domingo, 10 de abril de 2016

Soñar de vivir una noche en loop

Camino por la vereda, y las luces se me hacen familiares. Los carteles, ya los leí. Taconeando, ya apretan los zapatos. Ey, ¡esta panadería es la misma que la de Alem! Qué raro. Pero ahora tendría que estar por Sarmiento, cómo puede ser... Pará, el auto ése se había estacionado así hace 10 cuadras, y el perrito aquél me siguió por otras dos pero después giró a la izquierda. Esto es muy raro. En una dimensión infinita, las cosas pueden parecerse, tal vez.

Intento moverme en zigzag y ¡lo mismo! Los carteles y la panadería, el auto y el perro, ahí donde una esperaba encontrar una cerrajería abierta, para cambiar la combinación de las cerraduras, porque no me andan bien hace unos meses; ¿sabés? Con la misma llave puedo abrir varias puertas diferentes, ¡un peligro! Un peligro además si alguien le hace una copia a ésa llave, imaginate qué cosas se pueden meter -o escapar. Pero, a la vez no es tan alocada la idea, teniendo en cuenta que voy pisando por una ciudad donde carteles y panaderías se clonan en tándem. Así que bueno, qué iba a esperar, me di cuenta enseguida y salí al trote, pero no encuentro la cerrajería en estas calles iguales; ¿cómo puede ser que me pierda de la mañana a la noche después de tantos años recorriendo estas veredas?

Hay un tipo fumando en la esquina y me mira con cara de "¿otra vez por acá nena?", no entiendo, porque nunca lo vi en mi vida, apareció ahí esta noche. Posa en mí sus ojos de cazador, de león que se sabe rey. Creo que me sigue. Me per-sigue. Pucha, qué hago. Se me acerca, levanta una mano (ay, apúrense pies apretados); qué difícil es correr con tacos, me alcanza, ¡cómo corre! Pero no corre, parece atado a mí, parece que puede atravesar paredes. Posa en mí su mano en el hombro, y me habla.
- Piba, no corras.
- ¿¿Qué querés, persiguiendo así a una mujer?? Soltame.
- No te confundas, basta de caminar así, no te voy a hacer nada.
- Me lo podrías haber insinuado de otra manera, hoy una piensa cada cosa de cada uno...
- ¿Nena no te das cuenta? Estás caminando en círculos. Yo sólo estoy parado en la esquina, te veo pasar una y otra vez, taconeando como si tuvieses un lugar importante donde llegar; pero parece que no lo encontrás.
- Jodeme. Con razón no encuentro la cerrajería. A veces a la noche, cuando cambia la luz, la ciudad se me da vuelta. Veo otras cosas, pero pierdo las que veo en el día. ¡¿Perdí la orientación totalmente?!
- No parece, porque a veces me sonreís. Otras me guiñás un ojo.
- ¿Qué? No, nada que ver, aparte me tendría que haber dado cuenta ¿no te parece? Estás demente, ¡¡o estoy demente!! ¡Ay, no! ¿Dónde estoy? - ahí sale un llanto a lágrima suelta-.
- Pero pará, calmate, ¿dónde pensás que estás? ¿Qué ves?
- Creo que tengo que estar por Moreno y Córdoba, sí, por el edificio de la esquina y porque hay bicisenda.
- ¿Eso es lo que ves? Piba, tu mente ve 10 cuadras más adelante, y encima ni siquiera. En Córdoba no hay bicisendas. Estamos por Sarmiento, pleno centro. Y tus ojos están acá, ¿qué buscan allá?
- No lo sé... no lo entiendo... ¿cómo?... no, pará, tengo que seguir buscando, voy a doblar. Gracias che, voy a mirar con más cuidado.

Y doblé la esquina, pero tuve que frenar. Primero, ¿para qué caminaba tantas cuadras? Segundo, ¿siempre al mismo tipo, y yo no lo veía? Miré las llaves que asomaban de mi bolsillo... eran miles. Y todas diferentes. Y los carteles, todos parecidos, y las panaderías de las 6 de la mañana con el mismo olor a medialuna recién hecha, y los autos que pasaban.
Me mareo. Me desmayo. Me despierto. Era de noche. ¿Era mi vida esa noche?