sábado, 16 de marzo de 2019

Primeras veces parte II

Hablando de primeras veces , es la primera vez que transito una fiesta en la sobriedad total desde hace al menos 5 años. Casi depurada de tomar tanta Sprite, para imitar a los demás que andan con un vaso en la mano. Claramente que eso no impidió que me libere, pues no necesito alcohol para ser cuasi centro de la fiesta (narcisismo aparte).
La lógica de la velada me resultó tan distinta, las charlas, las miradas, todo tan nítido (y los demás parecían como adormecidos). Quizás por eso me di cuenta de detalles, como que nunca como hoy estuve tan cortejada. A los tres se les nota bajo mis ojos más abiertos, y yo que estoy en el momento más abismal de mi carrera, cruzando la intersección entre incertidumbre y duelo, tan grande y llena de destierros, nado entre ellos como un pececito sin memoria. Nado sin nada que perder, o ganar.
En eso me ofrecen una alternativa. Parece que estoy en otra sintonía, y mi cuerpo vive el desarraigo en el baile, el ahora. Caigo -otra vez- en el trance de sus ojos, su perfume, y me dejo llevar por el recuerdo en espiral de otros días más livianos. Aunque ahora hay cámaras que dejan plasmadas las intenciones, si alguien alguna vez las revisan.
Pasa la noche, ambos sabemos que si queremos nos vamos de ahí con alguien más -siempre lo supimos. Pero como dije una vez, lo que importa son las elecciones. Qué paradoja. Queremos ser libres y nos aterra, porque en el fondo la elección es estar solos. Las sociedades evolucionan pero no al ritmo esperado, demostrar ser transparentes es el peor de los juicios sociales; quién entiende la falta de celos, la mezquindad del ego haciéndose a un lado, el no poseer. La hipocresía es comúnmente más aceptable, las máscaras más tolerables. En estos últimos casos ego se prioriza -y todos los ista que se te imaginen enumerar-, sin importar los daños colaterales. Yo siempre queriendo ver multiversos... Por allá las charlas se van acortando, los momentos se van diluyendo, en el metegol el arquero se va quedando tieso; pero su mirada sigue aún fija, fija en mí... cada vez que me volteo. Perdón, sus miradas.
Luego algo pasó, una neblina de nostalgia, un dolor ajeno. No es la primera vez que me dice que no, pero esta vez hay algo más. No puedo obligarlo ni lo haría, me importan las elecciones. Así de fácil debería ser entender a un otro que no tiene que explicar nada, sin post-mensajes, sin escenas, sin instagrameadas de superada. Y me fui con besos en el aire. Así, sin egos, en el caos de la vida que nos regala momentos hermosos y horribles.
Qué linda vorágine es estar vivo, qué locura, todo pasa tan rápido. Tantas caras conocidas que quiero conservar, tantos lazos de amistad que tiran fuerte, abrazos, tanto amor de bodas de madera girando y vaiveneando sobre sí mismo, que no se quiere ir. Debo dejarlos ir, debo mudar de piel.
Ya estoy llena de sprite, de brillo y de tu perfume y quiero irme a dormir. Capaz soñemos algo en común y nos despertamos al mismo tiempo. No era la primera vez que me decía que no, pero no era la última vez. Ese día lo supimos.