sábado, 20 de agosto de 2016

Probabilidad

Dicen algunos filósofos matemáticos que el mundo numérico existe, por fuera y por dentro de nosotros, invisible -como los demonios y los dioses- que gobierna cada partícula que es, no es, o puede ser. Que el mismo no es mero invento humano -aunque ocupe sólo espacios teóricos como el cielo o el infierno. Lo llaman "the code": indescifrable por completo, visible en números mágicos, fórmulas, leyes y constantes. Patrones que ordenan el caos, que buscan soluciones lo más simples y eficientes -a lo navaja de Ockham-, para resolver todos los desafíos evolutivos, porque sí, la vida es ab origine parsimoniosa.
Y acá estaba yo, pasada la 1:00 a.m., con mi entrada de la salsera en la mano, rezando:

SORTEO
Nº 889
Nunca me gané nada. Pero hoy quizás la suerte me guiñe el ojo... a guardar y a esperar.
-Un, dos, tres, cuatro-cinco, seis, siete, ocho - cuentan los pasos para la marca y el giro, y cuatro manos con cuatro pies deben fluir juntos como la marea y los botes. Danzar al compás de las ondas de sonido: 1/2, 3/4, 5/8, frecuencias armoniosas.
Pasa la noche entre sudor, cerveza y suelas gastandose, y el papel que late en el bolso quiere salir. Empieza el "azar probabilístico" de la elección; pienso que es muy sesgada, porque no son dados, no tienen caras iguales por las que rodar y caer según la fuerza que los tira. No, éstos papeles son más caprichosos. 
-¡Y ahora para el full pass de talleres y concierto!- canta el organizador. -Y el número eeeesss.... ochocientos... noventa... ¡y ocho!
898. Nadie lo tiene. Y yo tengo el 889. Misma esencia, distinto orden. ¿Lo puedo hacer pasar por ganado? No. Éste es par, divisible por sí mismo y por 449, 2 y 1. El mio es impar, divisible por sí mismo y por 127, 7 y 1.
 7/2=3,5; 449/127=3,53. 1/1= 1 ; 898/889=1,01
Titubeando, me quedo con el papelito amarillo en la mano, pensando de qué sirven estas similitudes si el resultado es diferente a lo que deseé en suerte. Termino viendo cómo se re-sortea y un ridículo 1027 se gana el full pass festejando, para yo quedar con las ganas y la bronca. Por más que haya cruzado los dedos, ser parecidos no es ser iguales y me cambia el significado de todo, por completo. 889, 898, 988.
Casi, pero no.
Casi llego, también, a verte en el concierto. Ibas a estar seguro allí, con otra combinación en tu entrada, y no pude volver a hablarte, y decirte que de todas las noches que te soñé despierta ésta era la que más se le asemejaba. Y por más que la probabilidad mueva a este sorteo, la física a los giros, y la química a tu olor inconfundible, las palabras no pudieron traducirse de mis ojos a tus ojos y todo quedó en un casi-posible.
"¿Por qué me miran esos ojos, qué han de estar buscando, que hacen blanco en mí? Suave, que me estás matando amor; suave, que me vuelves loco amor. ¿ Por qué te quiero tanto niña, dime lo que has hecho pa' quererte así?". Suena de fondo.
Suena el teléfono ahora, preguntando cómo estoy. Miro la foto del mensajero y no, no es tu sonrisa, la del buzo azul en una postal de domingo, sino el amigo que en esa misma foto posa abajo tuyo. Y el suspiro inunda al silencio.
Casi, pero no.
Otra combinación errada. Otro que no entiende mis ojos -o mis ganas, y mi bronca. Pero yo sí entendí los tuyos, enfocados a lo lejos, para no mirarme, porque si me mirás me hielo. El código del juego apareció ante mí tajante como aquella navaja que corta caminos, rápida pero incómoda y lacerante.
 "Cinco, seis, siete, ocho" marcan mis tacos mientras sonrío burlonamente al destino, cruzando la puerta.

No hay comentarios: