domingo, 15 de julio de 2012

Ut nusquam homo currit

Vinimos a este mundo para encontrarnos, al encontrar a los demás. Llegamos desde lo desconocido y vamos hacia lo desconocido. La vida no tiene más propósito que el de vivir.

Parece que nos olvidamos de esto. Muy ocupado está el sistema en ponernos a comer lo que defecamos, en hacernos dormir sobre nuestro trabajo, en consumir lo que estuvimos gastando.
¿Dónde está la felicidad? El mundo humanizado, abarrotado de tecnologías descartables, de basureros químicos, de bibliotecas virtuales inconmensurables... se ha vuelto nuestro verdugo. El arado, nuestra hoz. Homo humini lupus est.

No sé por qué corremos tanto, si total el mundo es uno, y es redondo. Todo está servido en bandeja para que disfrutemos y admiremos. La humanidad ha llegado, en su constante escalada por superar a la naturaleza, a un punto en donde puede elegir detenerse, porque sus conocimientos son suficientes como para darse cuenta de que una vida más sencilla es mejor. Pero su creación, su divina marioneta, ha cortado los hilos y cobró vida propia.

Nada de lo que inventemos nos va a volver inmortales. Dentro de esta esfera azul las distintas formas de vida cambian también, para usarnos como nicho y alimento. Porque la vida, en sí, es generadora de otra vida. Incluso las formas perennes como la roca y el océano, pueden ser perecederos en la escala de los milenios.

Por eso, humanos, ¿hacia dónde corremos? ¿Qué conseguimos? ¿Alcanzamos a leer todos los libros de historia, las biografías de las enciclopedias, las instantáneas de las épocas...? ¿Cuánto dura un libro en un estante? ¿Aprendemos, alguna vez, de ellos?

La evolución del humano está en manos del humano. Si ser felices no es una meta sino parte del camino... vayamos felizmente hacia lo desconocido, conscientes de que pertenecemos a un todo.



1 comentario:

Francisco Guillamet dijo...

o a una nada, jeje Saludos