domingo, 2 de septiembre de 2007

Amaneceres


Y es así. Simplemente una mañana me levanté distinta, como si el sol fuera a esclarecer todos mis pensamientos, como aquellas noches que soñaba con algún problema de matemáticas, lo resolvía de dormida y al despertar decía: ¡era eso!
Y así, siguieron días en que me sentía rara, en mi propio cuerpo, en mi rutina… empecé a caminar en cámara lenta para fijarme en las cosas encantadoras que me rodean… sonriendo disimuladamente después de tanto tiempo y con tantas ganas. Cuando uno descubre que aún hay hermosas sorpresas, que dos manos y un par de ojos pueden eliminar del alma tristezas de todas magnitudes, que la belleza existe, pura y explícita en ese sublime sentimiento, se renace.
A la vez sentirme así me da pavor… por parecer extraña en mi propio cuerpo. Queriendo que las flores que planté en mi balcón sean perennes y no las marchiten los climas extremos, que el domingo no se pase, que el dulce de leche nunca falte en el pote. Camino en cámara lenta, pero me arriesgo. No voy a callar más mis primeras impresiones, las respuestas inmediatas, que responden a mi intuición y no me fallan.
Y es así. Simplemente esa mañana me dio su mejor regalo.

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