martes, 13 de agosto de 2024

Vacío

Esta es la historia de dos extraños extranjeros que una tarde de Sábado se encontraron en una cita a ciegas en un parque en Chicago.

Como no podía ser de otra manera, fue una tarde calurosa que empezó temprano y no terminó por dos días, o eso me pareció. Probablemente como buena local y anfitriona te llevé por todos los lugares que quería explorar del downtown jazzero, y me correspondiste con un beso y un desayuno improvisado. Y una noche de hotel, un paseo en bote, y tantas cosas más surreales que me cuesta creerlas.

Cuando miro para atrás, siento que fui yo la que empezó el cuento. Hi, this is Jofi.

Pero a los días recibía tus textos de palabras e intenciones contundentes. Con primer rechazo al amor, te sentí tan entusiasmado. Admito que me lancé a la aventura de a dos como un chico en un parque de diversiones que se sube a la montaña rusa después de haber tenido miedo por años pero agarrando coraje. Haciendo terapia para entender cómo comprenderte (es verdad... hice mucha terapia para subirme a ese viaje, tanta que me da verguenza pero no tanto).

No quiero escribir como lo hice con otros cuentos. No, no así. Me cambiaste la tinta del tintero, y no puedo evitar verme impregnada de tu esencia por donde voy. Desde ATL United y Fenerbahce en vivo o en el tele, el pekmez con pan, los huevos revueltos con técnica de hotelería, la ensalada con sumac y los pimientos rellenos, hasta las botellitas de agua desparramadas por todos lados. Me pintaste la vida con tu hermosa actitud hacia adelante, a pesar de que a veces desconfias de vos mismo. Era como bañarse todos los días con agua cálida, que arropa, que relaja. Cada abrazo, cada beso, cada risa. Era eso el amor? Y si lo era, por qué a la primera de cambios se va? Y si lo era, por qué fue cruel?

Qué nos pasa a los humanos que cuando encontramos algo que vale la pena nos echamos a dormir en los laureles, dejamos de esforzarnos, empezamos a dudar y todo termina desparramado? Cuando la cabeza empieza a llenar los espacios en blanco de respuestas que no nos llegan. Cuando las amenazas de ser derrotados por fuerzas externas hacen que nos boicoteemos. Qué nos ocurre en la mente que en vez de querer entender al otro nos centramos en los propios deseos y no vemos que herimos? La vida es eso, un viento que tiende al caos, nos junta y nos separa. Aparece lo complejo de la trama, el nudo, como me enseño la profe de lengua. Una posible enfermedad se avecinaba. Una guerra. Tal vez nuevos personajes. El país donde se encontraron dos extranjeros en una tarde de calor de Septiembre puede volverse un terreno incierto para planear el futuro. El idioma una barrera, la distancia un abismo, y los corazones de humanos siguen siendo imperfectos e inseguros de sí mismos. 

Capaz que esto era más simple. Más terrenal que una crisis existencial, los lenguajes de amor  y los estilos de apego. Tal vez, simplemente, no le gustabas.

Pero quién le explica al corazón latino de este desenlace? Si aún está bailando con vos en la cocina, dandote un beso después del laburo, no entendiendo por qué lo dejaste solo en el momento que más te necesitaba. Con el velo de mi amor descascarándose de a poco entendí que lo que yo sentía era mío y nada más. Hasta pude, con las pocas fuerzas que me quedaban, irme de donde ya no había más páginas en blanco. Me ganó el dolor y el despecho y no quise ver más las cosas que antes amaba... 

Y ahora, después del amor, el silencio. La falta de amigos. Lo que todos describen como girar en un mismo lugar sin sentido, repitiendo tareas automáticamente, tal vez llorando, a veces riendo. Haciendo cosas para sentirse que se está aprovechando el tiempo. Esta vez no, no quise repetir otros finales. Esta vez miré para adentro y me dispuse a ordenar las cajas, a confiar en mi instinto, a romperme por dentro para dejar de sentir que una historia de amor tiene finales horribles. Tal vez, algún día no haya más finales que la muerte que golpea de pronto y no va avisando con mensajes de texto que ya no queda más nafta para seguir viajando. Porque la vida, como el amor, tampoco tiene un para siempre.

Pronto se cumplirán 3 años de ese primer encuentro luego de mi cumpleaños, que ahora tengo que reescribir con otra historia, pues la nuestra se ha acabado.