Por culpa tuya no puedo escuchar Crazy sin que me retrotraiga a noches con sol y
tardes con penumbra. Si, yo se que fui la que puse esas canciones, quien sembró
la música en el aire de mi living room, pero vos te quedaste escuchando, y me sacaste
a bailar en un septiembre intenso…
Por culpa
tuya no puedo tantas cosas. No puedo gritar. No puedo soñar. No puedo olvidar.
Esta vida
es tan irreverente, nos desfila con sus incoherencias en una pasarela curvilínea
sin final, como si ir desnudo a trabajar fuera la cosa más normal del mundo. Como
si dos personas pudieran entenderse así. ¿Cómo no dudar? ¿Cómo no pensar y
pensar una y mil veces qué hacen juntos, en una tarde de calor, dos seres cuyos
destinos están más separados que Venus y Neptuno?
En una
tarde, en una noche, una madrugada, una mañana… no hay horarios para el amor.
Y lo peor
de todo es que estoy bien, estoy enfermizamente tranquila y feliz aceptando que
nunca va a ser más que una tarde o una mañana o una noche o una madrugada.
Qué más da. Una y otra vez, sé que pensamos no atendernos, no
llamar, no preguntar, dejar pasar, dejar… años clavados en el sillón de un
living room. Después de años de una canción, y un perfume, y el sabor agridulce
de la vida que te da y te quita.
You’re my sunshine.
Por culpa
tuya, todas las culpas son mías.