La gente va en bandadas y yo contra la corriente, las rozo. Siempre fui una outsider, una observadora, que poco y nada puede hacer para mezclarse. La ciudad está ahí afuera, y yo aquí adentro mío, tan dentro. Si se puede perder la empatía, la estoy perdiendo, como pierde la vista una catarata de ensueño.
Siempre me gustó la soledad, esos ratos para mí, donde imaginar sin vergüenza. Y el gusto se hizo hábito, y aunque el hábito no hace al monje, como monja quedo. Sola rezando por salir de mi convento de silencio, mirando hacia afuera, deseando que algún alma de entre la muchedumbre me traspase, me embeba, me despierte.
2 comentarios:
Que lindo haberte encontrado. Me he sentido identificada con cada palabra.
Un beso....
P.D: tambien soy rosarina...
Gracias Oriana, y yo también escribo algún que otro poema. Te invito a que pases por mi otro blog... Saludos
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